Sobre
el piso.
Mujeres
de rostros desnudos de piel blancuzca
circulan
por la habitación como una ventisca de verano
que
quiebra la atmosfera de calor plomífero.
Van
y vienen haciendo chirriar el suelo de madera
que
registra sus palabras y sus pasos.
Sumidas
en ellas, inocentes y altivas
se
pasean por el apartamento céntrico de un octavo piso
con
su mirada inerte sacuden el fondo del que no se retorna.
Escucho
sus palabras en sus voces desconocidas
insisten
en que son mujeres habituales.
En
silencio observé a una joven de tiempo lívido, de piel de nieve, de ojos verdes
inextricables.
.
Claudio Medero.
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