domingo, 26 de enero de 2014

Lo que no puedo hacer.

Lo que no puedo hacer.

Cegar la tormenta de arena que sopla en mi tórax radiográfico, esconder los relojes en un ropero de madera gris descolorida y endeble a punto de derrumbarse que se ha apartado de los demás porque ha venido a morir solo y se desploma como un elefante a la margen de una fuente.

El presagio que comenzó junto a nuestro inerme recorrido no se cumplirá, las apariencias meticulosas corren a esconderse bajo una alfombra pestilente, dirigidas por una vergüenza muda. Nos hemos extraviado en corpúsculos de arena que se deslizan dentro de un vidrioso reloj negro y lustrosamente fulgurante.

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